domingo, 6 de julio de 2008
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¿Quienes somos? ¿De donde venimos? ¿A donde vamos?Son estas, algunas de las preguntas más fundamentales que han originado en el pasado diferentes corrientes filosóficas que desembocaron en rios infinitos de pensamiento.Verdaderas o falsas, las teorías paridas por estas cuestiones dabanse a la luz fruto del impacto causado en sociedades e individuos sensibilizados con algo más profundo que su propio y centripeto ombligo.La pregunta que hoy me formulo yo es ¿Donde fueron estos? ¿Cuando se extinguió realmente el Homo sapiens dando paso en la carrera evolutiva al Homo Confortabilis?
Vivimos obsesionados esperando el fin del mundo. Temerosos de extinguirnos en el olvido sideral. Atemorizados por las voces cantantes de este mundo, que viene el Coco, que viene el Coco... Unos lo llamarán Cambio Climático, otros lo llamarán Meteorito, otros Guerra. Todos se lamentan al unísono y promueven campañas intentando postergar unos cientos de años el mundo tal como lo conocemos hoy en día. Campañas que nos sirven racionadas en las noticias a la hora de comer pero que desgraciadamente digerimos junto con el postre cuando suena el silbato y volvemos a nuestro puesto en la fila, para volver al trabajo, para entrar en la escuela, para dirigirnos a nuestra clase de Pilates, etc.
Despertad hermanos y hermanas. El mundo esta muerto ya, solo que nadie tuvo valor para enterrarlo y ahora quedamos solo nosotros, como gusanos habitando en la podredumbre, bajo el yugo de su asesino, el confort. El hijo legítmo del Capitalismo y la verdadera naturaleza humana, la ambición mal entendida cuando degenera en egoismo.
Nosotros, herederos del destino del mundo vivimos cegados por el confort y el consumismo. Refugiados en nuestro individualismo, vemos la vida pasar superficialmete sin atender otras cuestiones. Algunos, sensibles aún, tomaron conciencia pero la vendieron a empresas que venden coches ecológicos, cesiones de recogida de elementos reciclables o proyectos miles de energías alternativas carísimas que nunca se harán efectivas por qué como en toda balanza, para lograr el equilibrio unos tienen que bajar para que los demás puedan subir y ahí topamos nuevamente con el individualismo colectivo del ser humano moderno. El Homo Confortabilis.
¿Cuando dejará el hombre de soñar mirando las estrellas y centrará su visión en el suelo que pisa bajo sus pies aquí en la tierra?
Tal vez si esto ocurriera, se fijaría en seres tan insignificantes como los insectos. Los insectos hablan poco y se preguntan menos aún pero trabajan mucho y por un fin común. Seamos hormigas, seamos abejas, seamos conscientes que en la suma de todos reside el poder para cambiar algo las cosas. Ya nada puede ser peor, ya tenemos nuestro puesto en la fila y hoy por hoy nada puede hacerse al respecto, muchas veces intentarlo es sinónimo de fracaso. ¿Que importa entonces quien vaya delante o quien vaya detrás si nos movemos todos en la misma dirección?
Imaginad conmigo un mundo sin marcas de prestigio y compensadlo con un mundo donde todos tuvieramos abrigo. Imaginad conmigo un mundo sin palacios donde todos pudieran cobijarse bajo el mismo techo al regresar de trabajar, un mundo sin clases pero con iguales posibilidades, un mundo donde todos tuvieramos de todo, lo mismo. Y con el tiempo que nos sobra evitando elecciones inútiles e insatisfactorias, imaginad ahora cuantas cosas podrían finalmente llevarse a cabo.
¿A caso creeis que cuando venga el cometa vamos a montar todos en la nave? ¿Que habrá literas para todos en el refugio cuando caiga la bomba? ¿Crees que estaremos tu y yo en la lista cuando venga el ejercito a repartirnos el agua a casa por qué hemos envenenado ya la última gota?El orden de los factores no altera el producto, claro. Y por eso nos controlan, el confort nos mantiene ordenados y el miedo a perderlo nos pones firmes. Pero la suma de factores si puede alterar ese producto.
Aventajamos en número a los defensores del orden establecido de las cosas, en nuestras manos está la fuerza para cambiar la formula, para que llegado el momento, no exista un residuo cuando dividamos la esperanza.
Somos el Rey de la Creación, todos y cada uno de nosotros, creamos entonces.